Jalisco

El dia fue duro, muuuuy duro. Después de estar hablando con nuestros compañeros Mexicanos decidimos dejar de visitar Guadalajara y hacer una ruta por pueblos más pequeños de Jalisco. Así podríamos ver más cosas y no morir en el intento de entrar en esa ciudad.
Todo empezó a las 8:00 a.m cuando el señor del alquiler de coches vino a por nosotros para hacer el contrato (como unos señores, para eso estamos en el Quinta Real, Boinas qué acierto!!!). Solucionado el problema de los papeles teníamos el brazo ejecutor: un Nissan Tsuru rojo, el coche de todos los taxistas de Aguascalientes.



Ahora quedaba lo más gracioso, deberíamos manejar por México, salir de la ciudad, pasear por el estado de Jalisco y volver. Para eso contamos con dos poderosas armas, la habilidad en el manejo del volante tras conducir por la M-30 y la capacidad de localización de un Elfo-GPS. Todo eso teniendo en cuenta que deberíamos respetar semáforos que están al otro lado de la calle, carreteras sin líneas pintadas y la noche...que esa es otra. Me parece que fue como al tercer intento cuando salimos de la ciudad rumbo a Jalisco. Que gran sensación cuando estábamos hablando con España y vimos el letrero "Bienvenido a Jalisco". No hay fotos porque uno conducía y el otro hablaba por teléfono. La idea era llegar al pueblo más lejano Atotonilco y a partir de ahí regresar viendo el resto de pueblos. Por el camino nos encontramos con coches muy diferentes:





Debido a las interferencias producidas por el Tequila en nuestro GPS en hicimos algo así como 60 Km más de la cuenta por carreteras típicas de película:



Largas, que se pierden en el infinito, desierto a los dos lados, con camiones de doble composición...Llegamos a San Miguel el Alto, a partir de ahora conocido como el pueblo fantasma. Es un pueblo (cuando aquí decimos pueblo hablamos de 50.000 habitantes), situado en mitad de la nada, con una plaza en la que se desarrollaba la vida y miles de calles paralelas de casa bajitas por todos los lados que se extendían kilómetros y kilómetros. El mayor acontecimiento en los últimos años en el pueblo se cuenta que fue la llegada de dos giris, como cámara en mano, pelo largo y cara de despistaos. Era increible ver como la gente te observaba, se daban codazos e incluso se callaban cuando pasaban... toda una experiencia.




Conseguimos salir del pueblo antes de que nos metieran en una jaula para vernos y tirarnos cacahuetes rumbo a Atotonilco. Este pueblo nos interesaba por motivos periodísticos porque es una de las cunas del Tequila. Hay un montón de destilerías y en sus laderas te encuentras extensiones inmensas de puro Agave (planta de la que se obtiene el Tequila). Pues bien, ahora venía la especial cronometrada para Alvaro Sainz y Elfo Moya, una carretera con desniveles, cambios de rasante, en algunos tramos te ponías casi a dos ruedas, tenías que adelantar a camiones de 80 metros de largo (gracias a un protocolo muy chulo que ya explicaremos), pasar por arena, cruzarte con camiones en los que leías "Mercacía Peligrosa" a 100 Km/h y que te rozaban el retrovisor, muy divertido. Pues llegamos con mejor tiempo de lo esperado y sin ninguna víctima a la ladera del pueblo:





El pueblo era muy bonito. Tenía mucha más vida que el anterior (que tampoco es difícil), estuvimos dando un vuelta por el casco antiguo y después entramos al baño a un sitio donde se comía, o al revés entramos a comer porque necesitábamos un baño¿? (eso es lo de menos). Una vez solucionados nuestros problemas gástricos, los problemas de la cisterna del baño nos comimos una sopas de verduras y un bistek a la mexicana (picor superado!). A continuación nos recomendaron ir al nacimiento del manantial Teretan, que daba agua a todo el pueblo. Tras seguir las indicaciones y andar todo derecho, todo derecho, todo derecho... llegamos como a una especie de vergel en medio del desierto (serían las alucinaciones???)



Podemos comentar como anécdota que a uno de nuestros expedicionarios le picó un bicho local y que encontramos por el camino a un señol afilando un cuchillo mas grande que el Elfo, pero nada grave.

Después buscamos una fábrica de Tequila, para verla por dentro, pero llegamos tarde, asi que lo tendremos que dejar para otro viaje a México. Así nos dispusimos a regresar por el camino andado hasta Jalostotitlan (aunque parezca mentira nosotros somos capaces de pronunciarlo!!! Este pueblo es muy famoso en toda la región por sus monumentos, monumentos con dos piernas y caras preciosas. Pudimos contemplar algún que otro monumento de esos y a falta de fotos por la habilidad innata de los que les escriben, nos compramos un aguafresca e hicimos una foto panorámica de la ciudad y otra de la cantina del pueblo.





Como habíamos pecado tanto, sobre todo de pensamiento y omisión, nos fuimos hacia
San Juan de Los Lagos, ciudad conocida porque es el centro de peregrinación más famoso de los alrededores. La verdad es que paramos poco porque la ciudad es un complejo turístico católico, perfectamente adecuado para aprovecharse de la fe de la gente sacándoles duros por donde sea: agua bendita, dulces, aparcamiento... Entre que no nos emocionaba mucho y que estábamos cansados, nos dimos una vuelta y para casita.



A partir de ahí no se cómo conseguimos llegar a casa porque en México, cuando se hace de noche, se hace de noche, no hay luz, no se ven los carteles, no se ve la carretera, no se ve nada. No se si sería por la carividencia divina o porque el GPS estuvo de cine pero llegamos al hotel, con 450 Km (de nada) en las espaldas y con una amplia cultura del Jalisco profundo. Misión cumplida!

Estabamos descansando en el hotel (algunos más que otros) cuando apareció el Ninja (nuestro guía espiritual) y se le ocurre decir que una amiga suya había dicho que si nos íbamos a conocer Querétaro. Ya estaba liada. Esa preciosa ciudad está a 4 horas en coche (como el que se va a la tienda de la esquina!!). Pues aún así, burros de nosotros nos lo pensamos, pero como teníamos problemas con el coche de alquiler decidimos salir a la mañana siguiente.
Como el día había sido corto nos fuimos con el Ninja a tomar unos tacos y conocer un par de antros chulos de la ciudad. Uno de ellos está hecho para nosotros: El infierno. Allí compartimos tertulia con dos chavales muy majos del lugar que querían darnos música para escuchar, nos tomamos unas caguamas y nos fuimos a dormir. El fin de semana acababa de empezar...